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martes, agosto 26, 2025

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Los 4 barrios porteños que brillan en rankings internacionales

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La revista internacional de turismo Traveler publicó un listado titulado «Los 20 barrios más atractivos de América Latina» en el que se destacan cuatro barrios de la Ciudad de Buenos Aires.

Según el artículo escrito por Almudena Martín y María Belén Archetto, «La Candelaria, Copacabana y Miraflores son apenas algunos de los barrios que conforman un recorrido lleno de vida y encanto por los principales sitios emblemáticos de América Latina».

Explorar América Latina es sumergirse en barrios y calles que conservan su alma y tradición. Caminar al compás del tango por el vibrante barrio de La Boca en Buenos Aires, contemplar de cerca los autos clásicos de los años sesenta en la Habana Vieja, pasear por la emblemática playa de Copacabana en Río de Janeiro o maravillarse con las casas multicolores de La Candelaria en Bogotá. Las ciudades latinoamericanas esconden rincones pequeños pero llenos de encanto y autenticidad ya que cada uno de estos espacios son dignos de ser descubierto por sí mismo.

La Boca se presenta como el segundo barrio a destacar. Sus viviendas de madera y chapa transmiten la historia de los primeros inmigrantes italianos que se asentaron en este antiguo puerto, quienes al aplicar la pintura sobrante de los barcos dieron vida a una identidad colorida que perdura hasta hoy. La nota también sugiere recorrer la emblemática Calle Museo Caminito, conocer La Usina del Arte y visitar el Museo de Bellas Artes de La Boca Quinquela Martín.

Puerto Madero es considerado “el barrio más joven de Buenos Aires”. Traveler lo describe como una “simbólica reconciliación de la ciudad con el río”, dicho espacio es convertido actualmente en un exclusivo centro residencial y de negocios ya que cuenta con calles que rinden homenaje a mujeres relevantes de la historia argentina.

Más allá del encanto de cada barrio destacado por Traveler, la revista pone el énfasis en las actividades y referencias culturales que los caracterizan. Por ejemplo, señala a La Candelaria ubicada en Bogotá como “el barrio de los poetas” y a Lastarria ubicada en Santiago de Chile como el espacio de la “vanguardia intelectual”.

San Telmo por su parte es retratado como un barrio “mítico y colonial”. Según Traveler vale la pena recorrer sus angostas calles adoquinadas y descubrir cómo la arquitectura histórica se ha transformado en talleres artesanales, pasajes y tiendas vintage.

La nota también resalta la renovación del histórico Mercado de San Telmo el cual fue inaugurado en 1897 donde las antigüedades y los productos típicos de la región conviven con una oferta gastronómica que se ha destacado en los últimos años con lo cual lo convierte en un referente culinario porteño.

Palermo, uno solo

En cuanto a Palermo Traveler lo describe como “el eterno Palermo de Buenos Aires”, un barrio donde la energía de sus restaurantes no deja de sorprender con creativas propuestas gastronómicas. Sus calles empedradas invitan a disfrutar de brunch mágicos mientras que sus bares dan la bienvenida incluso a quienes lo observan desde lejos. La revista también ofrece una guía de bares y restaurantes y comparte su visión sobre las distintas zonas que conforman el extenso barrio.

Los autores de Traveler aconsejan cómo descubrir Palermo ya que se destaca por tener zonas como Hollywood, Soho, Palermo Chico o Palermo Viejo donde se puede visitar sus librerías, el MALBA, el Jardín Botánico y el Jardín Japonés con lo cual dicho espacio combina un aire hipster con un estilo elegante.

En el listado de los “20 barrios más bonitos” también se incluyen Copacabana, en Río de Janeiro donde Traveler asegura que “es imposible aburrirse”, Nuevo Polanco es considerado “el barrio de moda de Ciudad de México”, Ciudad Vieja, en Montevideo y el Malecón en La Habana, entre otros lugares turísticos.

09-02-2022. Ciudad. Inseguridad en el barrio porteño de San Telmo, zona plaza dorrego y alrededores. Foto Lucia Merle

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La historia de Villa Pueyrredón de la Córdoba Chica a la Industria Grande

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A comienzos del siglo XX durante los veranos las zonas próximas a las estaciones de tren de Migueletes y Pueyrredón, con lo cual a partir de 1907 se conocería como Villa Pueyrredón, cuyo espacio eran elegidos por las familias porteñas para refrescarse en las lagunas y disfrutar del aire libre. Al mismo tiempo, la zona crecía industrialmente con la destacada fábrica textil Grafa una industria argentina que cerró en los años noventa. Los habitantes recordaban con cariño lo que se llamaba la “Córdoba Chica” la cual fue percibida como un entorno saludable tanto para el cuerpo como para la mente.

En recomendación del ingeniero Alberto Schneidewind en 1905 la línea del ferrocarril a Rosario incorporó una parada que recibió el nombre de Pueyrredón, dicho nombre se dio el 20 de agosto de 1907. Esta denominación pasó a identificar a la Villa y desde el año 2000 se celebra como la fecha oficial de Villa Pueyrredón. El diseño del barrio estuvo fuertemente influenciado por la vecina Villa Devoto.

Manzanas de arte y trabajo
Villa Pueyrredón respetó el tradicional diseño en damero en sus 320 hectáreas uno de los barrios más extensos que se expandió con viviendas bajas y pocos edificios hasta mediados del siglo pasado y funcionó como un importante nodo ferroviario de la época con lo cual guarda una particularidad única que es la llamada Manzanita. Se trata de la porción más diminuta del catastro porteño que esta delimitada por las calles Helguera, Del Fomentista y Escobar. En este espacio se levanta una sola construcción que apenas cuenta con una habitación.

A partir de la década, inmigrantes de diversas nacionalidades comenzaron a dar vida y color al barrio especialmente en las cercanías de la avenida Mosconi. El tango resonaba con fuerza en las calles las cuales eran cuna del talentoso bailarín Juan Carlos Copes y del inolvidable cantante Ángel Vargas, cuyas figuras eran considerados de los mejores de todas las épocas.

Empresas argentinas, la soberanía industrial de Villa Pueyrredón en el mundo
La Gran Fábrica Argentina conocida simplemente como GRAFA sostuvo durante 75 años los sueños y la vida cotidiana de Villa Pueyrredón y también de gran parte del país. Con más de 6.000 empleados en su apogeo y ocupando 120.000 metros cuadrados en la intersección de las avenidas Albarellos y Bolivia impulsó una verdadera revolución textil que se destacó en toda Latinoamérica con lo cual dejo un legado de marcas emblemáticas como Ombú. Sus orígenes se remontan a comienzos de la década del veinte cuando un empresario belga ya propietario de una planta textil en Pompeya decidió instalar una nueva fábrica en Villa Pueyrredón.

Hoy en día, Villa Pueyrredón se destaca por sus plazas ya que una de ellas fue renombrada en democracia como Doctor Carlos María Gianantonio en homenaje al gran pediatra argentino, quien era admirado incluso en Estados Unidos y amenazado en 1977 mientras dirigía el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y también la histórica Leandro N. Além la cual fue inaugurada en 1921 y ubicada junto a la bella parroquia Cristo Rey construida en 1931. Todos estos espacios son símbolos de un barrio que elige avanzar con armonía y dedicación.

Villa Pueyrredón combina historia, cultura y comunidad de tal modo que el barrio sigue siendo un ejemplo de identidad porteña que respira tradición y vida cotidiana en cada esquina. Este barrio es sin duda muy emblemático ya que surgieron destacadas figuras que nacieron y vivieron.

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Cien barrios que construyen Buenos Aires

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Aunque oficialmente la Ciudad de Buenos Aires se compone de 48 barrios, con la incorporación más reciente de Puerto Madero en 1996 y Parque Chas en 2005. Parque Chas logró el reconocimiento como barrio independiente tras la petición de sus vecinos, quienes deseaban separarse de Agronomía.

Dentro de los barrios reconocidos por el gobierno existen muchos otros que no son oficiales con lo cual se estima que en total suman alrededor de 115. Algunos de estos barrios no oficiales incluso se extienden sobre más de un barrio oficial.

En los documentos se figura que la ciudad tiene 48 barrios, pero la experiencia cotidiana revela una multiplicidad de zonas con identidad propia. El barrio se siente, más que se mide ya que está ligado a nuestra historia, a los comercios que frecuentamos, a las esquinas donde nos reunimos o a la plaza donde recordamos momentos especiales como un primer beso inolvidable.

Se dice que los porteños tienden a exagerar y tal vez no estén equivocados. En Buenos Aires se manifiesta tener la avenida y el río más anchos del mundo, así como la calle más extensa. Por eso, escuchar que sus barrios son “cien” cuando en realidad no superan los cuarenta y ocho no resulta tan extraño. Aun así, existe una razón detrás de esta expresión que se encuentra profundamente establecida en los habitantes de la ciudad y en la memoria colectiva de todos los argentinos.

El origen de los “cien barrios porteños” fue creado por Carlos Petit y Rodolfo el cual se encuentra en un tango que conmovió en el corazón de todos los argentinos el cual fue titulado justamente con el mismo nombre. La canción se popularizó gracias a la interpretación de Alberto Castillo en la década de 1940 y pronto la expresión fue adoptada por los vecinos de Buenos Aires convirtiéndose en un elemento inseparable de la cultura popular del país.

Como licencia poética, los autores se permitieron mencionar cien barrios aun cuando hoy la ciudad cuenta con 48 jurisdicciones oficiales y en aquel entonces eran todavía menos. No obstante, el tango se volvió sumamente popular gracias a la interpretación de Castillo de tal modo que la expresión quedó profundamente arraigada en la memoria colectiva.

Sin embargo, esta frase podría reflejar algo más que una simple libertad literaria ya que más allá de los límites administrativos de Buenos Aires para los vecinos los “barrios” trascienden esas fronteras. Los chicos que jugaban en la vereda rara vez sabían dónde terminaba Palermo y comenzaba Villa Crespo con lo cual el barrio se medía por la cuadra, la manzana, la esquina. Bajo esta mirada, los barrios porteños podrían fácilmente ser cien o incluso muchos más.

Buenos Aires cuenta con 48 barrios con lo cual su historia, la memoria colectiva y la vida cotidiana de sus habitantes revelan una ciudad mucho más diversa. Los “cien barrios porteños” no son solo una exageración poética, sino que también nos da a conocer cómo los vecinos sienten y viven cada cuadra, esquina y plaza. 

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San Nicolás, corazón laboral y festivo de Buenos Aires

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Calle Corrientes nunca descansa

La avenida Corrientes es conocida como “la que nunca duerme” ya que atraviesa la historia porteña con sus librerías, teatros y bares. Originalmente parte del barrio de San Nicolás y de la zona de Leandro N. Alem quien se suicidó en 1896 rumbo al Club El Progreso, hoy en día está ubicado en Sarmiento 1334 con lo cual esta vía recorre cinco barrios hasta llegar a Chacarita.

A lo largo de su recorrido, Corrientes exhibe una variedad de estilos arquitectónicos de los últimos tres siglos. Desde el imponente edificio Comega en el número 200 hasta la joya modernista del Teatro San Martín que está situado apenas diez cuadras más adelante. Hacia los límites de San Nicolás se alza la construcción diseñada por Auguste Plou que originalmente albergó la confitería” El Siglo” y desde 1929 funciona como La Ópera un lugar donde se han forjado conversaciones clave de la política contemporánea.

Entre sus detalles más destacados se encuentra una cúpula que compite con la famosa esquina de las cuatro cúpulas en Diagonal Norte y Florida la del edificio del HSBC una obra de los ingleses Chambers y Thomas que recrea el Hospital de la Santa Cruz de Toledo. También sobresalen las dos torres Bencich del francés Le Monnier la cual cuenta con ocho torres en total destacando especialmente la de la calle Tucumán y la Torre de la Sociedad Equitativa del Plata proyecto del arquitecto argentino Alejandro Virasoro.

San Nicolás un reflejo de su época

Las grandes transformaciones de comienzos del siglo XX marcaron un ritmo vertiginoso en San Nicolás. La peatonalización de la calle Florida en 1911, la inauguración del subte en 1913 el primero de América Latina y la apertura de las Diagonales Norte y Sur junto con la puesta en marcha del Teatro Colón en 1908 las cuales modernizaron el barrio de manera acelerada. Este proceso alcanzó su apogeo con la apertura de la avenida 9 de Julio y la construcción del Obelisco en 1936 emplazado donde se encontraba la iglesia de 1773 la cual dio nombre al barrio y fue el primer lugar donde se izó la bandera argentina el 23 de agosto de 1812.

Una rápida mirada histórica del barrio muestra que a partir de 1972 se incorporó otra zona de gran relevancia conocida como Catedral al Norte la cual albergó la primera escuela que fue fundada por Sarmiento en 1854. Esto nos conecta con los momentos fundacionales de Buenos Aires. Cuando Garay comenzó a repartir tierras entre los colonizadores provenientes de Asunción reservó los terrenos más destacados donde hoy se alza el Banco Nación un edificio que exhibe una simetría impecable en sus accesos con lo cual es visible desde la Plaza de Mayo y posee la tercera cúpula más grande del mundo.

Una década más tarde, el vecino Barrio del Parque, hoy en día conocido como Tribunales y sede del imponente Palacio de Justicia, cuya construcción demandó cuarenta años llenos de dificultades que luego sería escenario de la sangrienta Revolución del 90 un origen de la Unión Cívica Radical y preludio de las luchas por los derechos civiles y sociales que marcarían el siglo XX. Tres años antes, se había inaugurado el monumento elevado al general Juan Lavalle frente al desaparecido Palacio Miró demolido en 1937 y perteneciente a los herederos del coronel Manuel Dorrego, quien fue asesinado por Lavalle en 1828.

San Nicolás es conocido por la historia y evolución de Buenos Aires con lo cual también combina tradición y modernidad. La avenida Corrientes se destaca por ser una lugar que alberga diversos comercios con lo cual muestra la riqueza arquitectónica y cultural de los barrios. A lo largo del tiempo, estos espacios han sido testigo de transformaciones urbanas, acontecimientos históricos y la vida cotidiana de los porteños de tal modo que se destaca como un símbolo  de la identidad de la ciudad Porteña.

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Villa Santa Rita donde los pasajes cuentan historias

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César Fernández Moreno hijo del reconocido poeta porteño Baldomero vivió su infancia cerca del barrio obrero de casitas económicas de Villa Santa Rita, uno de los proyectos urbanísticos más ambiciosos iniciados por el radicalismo y continuados por el peronismo. Este sector limita con El Renacimiento el cual era otro plan social en una zona que a comienzos del siglo XX estaba marcada por malevos y cuchillos alrededor del arroyo Maldonado y la antigua fábrica de cigarrillos Particulares.

Villa Santa Rita es tan porteña como el imponente templo de la calle Camarones el cual es consagrado a su patrona Santa Rita que desde 1949 adorna la zona oeste de la ciudad. La barriada fue de las primeras en contar con calles empedradas como la actual calle Cuenca y su historia combina relatos de malevos y reos con la música del violín tanguero de vecinos ilustres como Alfredo Gobbi, cuyo arte se nutrió de episodios delictivos ocurridos hacia fines del siglo XIX.

De las iglesias más lindas de Buenos Aires, Santa Rita

El litigio se prolongó tanto en el tiempo mientras tanto los Garmendia y sus abogados comenzaron a vender los terrenos a diversas constructoras sobre los cuales la familia heredera no pudo hacer ningún reclamo de tal modo que a comienzos del siglo XX la expansión demográfica alcanzó estas tierras aún deshabitadas que empezaban a confundirse con los barrios vecinos como Villa Mitre o La Paternal. Esta confusión se mantendría por varias décadas hasta que Villa Santa Rita volvió a figurar oficialmente con su nombre en los padrones a fines de los años setenta, aunque en la memoria de sus habitantes nunca se perdió el orgullo de ser “santaritense”.

El barrio también se fue consolidando alrededor de la devoción a su patrona ya que miles de fieles se congregaron en el oratorio con lo cual desde la década de 1940 contaría con un santuario construido en un notable estilo neorrománico que fue diseñado por el arquitecto Juan B. Negri.

Entre sus tesoros internos destaca una figura adornada en oro la cual es procedente de Cataluña junto con una impresionante obra de arte sacro creada por Leo Mahlknecht. Las mayólicas que completan este conjunto son únicas en la ciudad por su particular decoración mientras que los ángeles pintados por el artista italiano Elio Vitali resultan verdaderamente celestiales.

Borges y Einstein por Nazca

A partir de la década de 1930 se destacaron los pasajes que otorgan un carácter distintivo a Villa Santa Rita. De tal modo que fueron construidos con el objetivo de mejorar la ventilación y la iluminación de las viviendas populares las cuales fueron financiados por el Estado Nacional, en estos espacios se encuentran catorce senderos y caminitos se encuentran bordeados por higueras, limoneros, pequeñas palmeras y damas de noche.

El Pasaje Granville rinde homenaje a un héroe naval de la Guerra contra Brasil la cual destaca especialmente el Pasaje Dantas que fue dedicado a otro combatiente de la Guerra del Paraguay. Juntos forman parte de las llamadas “manzanas atípicas” de Buenos Aires que dividen la cuadra en tres secciones que cuentan con varios canteros centrales con lo cual impide el tránsito de autos por la avenida Álvarez Jonte. Algunos pasajes llevan nombres curiosos como El Domador o El Peregrino que aportan un toque singular al barrio.

Villa Santa Rita se presenta como un barrio porteño que cuenta con identidad propia la cual se destaca por sus pasajes únicos, su historia social y su riqueza cultural. De tal modo que el barrio ha sabido mantener su carácter distintivo a pesar de los cambios demográficos y las confusiones con barrios vecinos. 

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Memorias del Oeste Villa Luro como caja de resonancia

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Rumbo a Villa Luro

El 1 de diciembre de 1911 se inaugura la estación Villa Luro una fecha que se celebra como aniversario del barrio. Por aquel entonces, los inmigrantes que comenzaban a transformar las quintas y hornos ladrilleros ya empezaban a referirse al área como “la villa de Luro”.

También era conocida con el nombre “De las tres vías” debido a que el Ferrocarril del Oeste que contaba en la zona con un importante cruce que se extendía hacia cinco destinos como Once, Liniers, Versalles, Sáenz Peña (hacia el Pacífico) e Ingeniero Brian (en dirección al Riachuelo). Tras la desaparición de la estación en la década del veinte el cruce ferroviario quedó en desuso y fue finalmente enterrado con la ampliación de la avenida Juan B. Justo en los años cincuenta.

La mayoría de los primeros vecinos provenían de España e Italia lo que explica la existencia de antiguas calles como Mazzini y Garibaldi actual White. Los terrenos eran vendidos por las familias Luro, Costa y Penco, quienes incluso tenían un imponente chalet, hoy en día demolido cerca de Juan B. Justo. La llegada de la electrificación ferroviaria, el auge del transporte, el adoquinado de la avenida Lope de Vega y la rectificación del arroyo Maldonado terminaron de definir la apariencia tranquila del barrio el cual se caracteriza por casas bajas y centenarias tipas, aunque las viejas quintas de verduras todavía se veían en Yerbal y Bacacay hasta comienzos de los años sesenta.

Villa Luro: sencillez con historia

Entre sus construcciones destacadas se encuentra la elegante Escuela Carlos Guido y Spano, la primera institución educativa que sigue en pie, ubicada en Ramón L. Falcón 4801, el histórico Mercado de Villa Luro inaugurado en 1929 en la intersección de Avenida Rivadavia y Lope de Vega, y la vivienda más antigua del barrio que está situada en Yerbal y Ruiz de los Llanos un edificio del siglo XIX que durante décadas funcionó como espacio gastronómico.

Este barrio es uno de los más pequeños del Oeste porteño y en otro tiempo un importante nudo ferroviario de la ciudad el cual ha sido testigo del crecimiento urbano y de las pequeñas hazañas colectivas de sus vecinos, quienes domesticaron el Arroyo Maldonado y bautizaron sus calles y plazas con nombres de artistas de todo el mundo.

También es reflejo de la fe popular que conserva parte del retablo de la Iglesia San Nicolás que fue demolida en 1936 para la construcción de la Avenida 9 de Julio y el santuario de San Ramón Nonato lugar de peregrinación cada 31 de agosto de mujeres que desean ser madres.

Villa Luro también guarda memoria de pasiones y tragedias nacionales ya que en la puerta de la parroquia San Francisco Solano fue asesinado en 1974 el padre Carlos Mugica al salir de misa lo que sin duda este hecho fue un episodio que marcó profundamente la historia del barrio y de la ciudad.

Este paisaje rural comenzó a transformarse radicalmente en 1895 cuando Pedro Luro uno de los pioneros de Mar del Plata empezó a lotear las cuadras a lo largo del ferrocarril hacia Liniers en lo que ya empezaba a conocerse como Villa Luro mucho antes de que se construyera la estación homónima. Los vecinos solían llamarla “El cajón” por su curiosa estructura la cual está ubicada a pocas cuadras de la estación actual que fue construida en 1923.

Villa Luro es un barrio del Oeste porteño que combina historia, literatura y memoria comunitaria ya que desde sus orígenes en tierras de la familia Olivera pasó por la urbanización que luego fue impulsada por Pedro Luro y la inauguración de la estación homónima la cual destaca la vida cotidiana y las hazañas de sus vecinos. Villa Luro mantiene viva la memoria de la solidaridad, la fe y la pasión de sus habitantes, siendo un ejemplo del crecimiento de Buenos Aires sin perder su esencia histórica y comunitaria.

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Monte Castro, la esencia del Oeste en la Ciudad

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Los primeros habitantes de Versalles, Villa Luro, Liniers, Mataderos y Villa Real se asentaron en las tierras de montes y riachuelos que pertenecían a Pedro Fernández Castro. Desde la zona de Monte Castro comenzó la expansión hacia el oeste de la Ciudad de Buenos Aires.

Durante más de cuatrocientos años estas tierras que formaban parte de la vasta extensión de La Matanza permanecieron sin despertar demasiado interés. En sus comienzos fueron tres estancias otorgadas por Juan de Garay al Adelantado Juan Torres de Vera y Aragón. Tras separarse de sus primeros dueños hacia 1680, a inicios del siglo XVIII pasaron a manos de Pedro Fernández de Castro y Velasco. Un español que era considerado uno de los principales representantes del Virreinato y gran benefactor de la orden franciscana que tomaría su nombre el barrio de Monte Castro. La fecha de su conmemoración es el 14 de mayo de 1703, día en que se registró la escritura de la enorme fracción de tierra.

Aquel predio, de unas 800 hectáreas que se extendían hasta la actual zona de Mataderos estaba atravesando riachuelos significativos como el Arroyo Maldonado que corría hacia Liniers y Floresta. Además, contaba con una vía propia que era el antiguo camino de Monte Castro que con el tiempo se transformaría en la avenida Segurola, actualmente conecta con Villa Real y Villa Devoto.

De acuerdo a una investigación del Centro de Arqueología Urbana, ese trazado desembocaba en una extensa estancia ubicada en la manzana delimitada por las calles San Blas, Moliere, Camarones y Virgilio, en la actual Villa Luro. Estaba rodeada de densos montes de frutales siendo la madera de durazno indispensable para encender los hogares y de numerosas chacras vecinas.

Algunos cronistas mencionan que el virrey Sobremonte habría atravesado la zona durante su retirada en las invasiones inglesas de 1806, aunque no existen pruebas documentales que lo certifiquen. Pero lo que sí está confirmado son los testimonios e incluso de publicaciones periodísticas de la época donde Monte Castro padeció una fuerte epidemia de viruela en 1820.

Durante el siglo XIX, la apariencia del lugar estuvo marcada por la agricultura intensiva y la cría de ganado, lo que destacó su carácter rural. Las construcciones eran escasas ya que apenas una capilla y una escuela fueron levantadas en 1875 por las Hermanas del Divino Salvador, quienes eran fundadoras de la actual Iglesia de San Cayetano en Liniers.

Monte Castro un barrio con fuerte compromiso educativo

La vocación por la educación en Monte Castro se mantiene viva con lo cual en apenas tres kilómetros cuadrados se encuentran más de diez escuelas de las cuales algunas cuentan con historias destacadas. Un ejemplo es la escuela Provincia de Misiones cuya construcción fue posible gracias a la generosidad de un vecino, quien fue premiado en 1901 en un concurso de la revista Caras y Caretas.

Otro hito en la educación local es el colegio público que hoy luce su moderno edificio art decó en Álvarez Jonte al 4600. Los hermanos Ponce de León, junto con otros habitantes del barrio en 1894 impulsaron su creación para que los niños no tuvieran que atravesar zanjones, arroyos y barro para poder estudiar. Actualmente, esta institución es la orgullosa Escuela N° 3 “Monte Castro”.

A pesar del avance del tiempo y de las transformaciones modernas como el Metrobus, Monte Castro conserva un ritmo casi intacto esto se debe gracias a la protección de sus pasajes o a la ausencia de avenidas de gran tránsito y estaciones de subte. Ese ritmo inmemorial se percibe en la calesita techada de Don José o en el emblemático Bar Olimpo, sobre Arregui al 5700.

Quien recorra sus veredas podrá notar la pausa de la siesta incluso en días hábiles. Es un lugar muy llamativo ya que a poco más de 12 kilómetros del Obelisco hace que en las esquinas de Monte Castro se vislumbre la punta de los sueños.

Monte Castro se presenta como un barrio porteño con fuerte identidad histórica, educativa y cultural ya que desde sus orígenes contaba con espacios emblemáticos como las antiguas estancias, la calesita de Don José y el Bar Olimpo cuyos espacios destacaban la vida cotidiana que contrastaba con la modernidad de la ciudad. Lo que sin duda Monte Castro combina historia, tradición y sentido de comunidad a quienes lo recorren.

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Barrios ocultos de Buenos Aires que vale la pena conocer

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De barrios poco conocidos a “barrios dentro de barrios” o rincones secretos que merecen su propio reconocimiento, te presentamos 10 barrios de los 48 que conforman la Ciudad de Buenos Aires.

No son los más famosos ni los más mencionados, pero eso no les quita interés ni encanto. Más allá de San Telmo, La Boca, Recoleta y Palermo, existe vida, historia y magia que esperan ser descubierta. Si buscás motivos para salir a explorar este listado ofrece varios lugares entretenidos


1.       Parque Avellaneda

Dividir la Ciudad en dos y adentrarse en esta zona es descubrir un verdadero baúl de tesoros. Sus calles irregulares y diagonales, casas antiguas, complejos de torres, bodegones, diversas comunidades, parques y plazoletas crean un recorrido pintoresco y lleno de historia y cultura.

El Parque Dr. Nicolás Avellaneda se destaca por sus 30 hectáreas que albergan una gran variedad de flora y 25 especies de aves que lo visitan regularmente, pero lo más destacado es su valor histórico y cultural. En el parque se conserva la Casona “Los Olivera” una antigua casa de chacra del siglo XIX , dicho espacio es el único casco de estancia que se mantiene en la ciudad. El parque cuenta con una pista de atletismo en el Polideportivo Avellaneda y alberga el primer natatorio que tuvo la zona. Entre sus rincones también se encuentra el viejo tambo que se convierte en un espacio cultural bajo el nombre de Chacra de los Remedios.

Dónde: Av. Eva Perón 4402, Yiyo el Zeneize; Av. Directorio y Lacarra un espacio Cultural Chacra de los Remedios.

2. Saavedra

Es conocido por el imponente Parque Saavedra, la pasión de la hinchada del Club Atlético Platense y sus murales alusivos, la histórica casa de Roberto Goyeneche, los famosos panificados de La Kitchen y el cercano Parque Sarmiento.

Pero también guarda rincones menos explorados que es el “Barrio Parque Saavedra” (también llamado Barrio Perón) es una zona residencial ubicada junto a la autopista General Paz y rodeada de tres grandes parques que son los siguientes: Parque General Paz, Parque Carlos Mugica y Parque Sarmiento.

Dónde: Av. Crisólogo Larralde 6309, Museo Histórico; Av. Melián 3167, Casa Roberto Goyeneche; Núñez 3400, La Kitchen.

2.       La Paternal

Es famoso por ser el lugar donde vivió Diego Armando Maradona y el nacimiento del legendario músico Pappo, este barrio se ha convertido en un punto clave de homenajes: al fútbol y a la cuna del heavy metal argentino. La Paternal es un barrio de fuerte tradición popular por los comercios de autopartes sobre la avenida Warnes que fueron instalados desde fines de la Segunda Guerra Mundial.

Pero su encanto va más allá de haber sido sede del primer estadio del Club Argentinos Juniors donde debutó Maradona. La Paternal es un barrio lleno de espacios verdes con calles bordeadas de casas bajas y hasta cuenta con su propia “isla”, delimitada no por agua sino por vías de tren, parques y un cementerio. Este sector, conocido como “La Isla” incluye el parque “La Isla de Paternal”, un amplio espacio con juegos infantiles y áreas de esparcimiento.

El dato gastronómico: podés elegir entre las clásicas pastas del tradicional bodegón Chichilo o la propuesta vegana e innovadora de Tita, la vedette del barrio.

Dónde: Camarones 1901, Chichilo; Paz Soldán 4993, Tita la vedette; Lascano 2257, Casa Diego Maradona.

Buenos Aires es una ciudad que ofrece mucho más que sus zonas más famosas que son conocidas ya que también existen barrios con identidad propia, historia y cultura que esperan ser descubiertos tanto por los ciudadanos porteños como por turitas. Explorar estos barrios menos conocidos permite acercarse a la vida cotidiana porteña, sus tradiciones y su diversidad de tal modo que demuestra que la riqueza de la ciudad no solo se encuentra en los lugares de renombre, sino también en espacios que están escondidos.

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Entre Avenidas e Historias: La Paternal como Escenario

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Entre el polvo de Warnes, la Casa Garrigós y los murales dedicados a Maradona se entrelaza la arquitectura de uno de los barrios más icónicos de Buenos Aires que se renueva entre vestigios, arte moderno y recuerdos de la niñez. Una propuesta escénica que indaga en la identidad del barrio y en la función del Estado en la preservación de la memoria colectiva.

La Casa de Huérfanas Crescencia Boado de Garrigós fue otro espacio emblemático de La Paternal que ya no existe. Mónica y Aída Sosa dos hermanas que contaron hace poco en una entrevista que vivieron en el Hogar entre 1983 y 1987, describiéndolo como su hogar y como un lugar que marcó profundamente sus vidas de hecho una de ellas planeaba celebrar allí su cumpleaños número 50 en el jardín del Hogar. Tanto la historia del Warnes como la del Garrigós son recuperadas a través de relatos de vecinos y de los propios lugares del barrio. En la innovadora obra teatral Atlas de un mundo imaginado bajo la creación de Silvia Gómez Giusto y Aliana Álvarez Pacheco la cual se estrena este sábado 12 de julio a las 16 horas en Casa Gómez (Yerúa 4962), punto de partida de un recorrido por distintos rincones del barrio de aproximadamente cincuenta minutos de duración.

En un recorrido por el barrio los espectadores se detienen en los lugares donde se encontraban el Albergue Warnes y la Casa de Huérfanas Garrigós. En los murales de Diego Armando Maradona que decoran las paredes y alrededores del estadio de Argentinos Juniors, en comercios que ya no existen y en antiguos espacios industriales transformados para acoger a artistas visuales. La Paternal en el cruce de distintos movimientos artísticos ya que cuenta con historia viva, raíces que se preservan, pasado reciente que se reinventa en acontecimientos del presente.

La Paternal se concibe como una isla urbana ya que es un sector de la ciudad que está delimitado por el cementerio de Chacarita, el tren Urquiza, el ferrocarril San Martín y los terrenos donde se ubicaban el histórico Albergue Warnes y el Hogar Garrigós.

En la zona conviven vestigios de distintas épocas como el ambicioso proyecto de hospital pediátrico estatal que nunca se concretó hasta otros que debido a crisis económicas se transformaron como el Taller Yeruá el cual antes era una fábrica de zapatos. La Paternal es considerada un polo del arte contemporáneo en Buenos Aires. Más de 50 artistas de cuatro talleres emblemáticos del barrio como La Maldonado, Paz Soldán, Yeruá y Yoli presentaron 80 obras entre pintura, fotografía, instalaciones, videos, objetos y cerámicas. Los espacios artísticos se desarrollan en galpones industriales y las piezas no solo destacan el talento individual de cada creador, sino también los procesos colectivos que se producen en los talleres. Arte y fútbol conviven a pocos metros ya que cuenta con los talleres que quedan junto a la casa donde vivió Maradona la cual es un museo y hasta un santuario con los objetos donados por los hinchas tras su fallecimiento.

El barrio La Paternal se presenta como un barrio donde convive la memoria histórica, la vida cotidiana y la transformación cultural. Sus espacios como antiguos talleres y casas hasta murales y museos destacan el propósito entre pasado y presente con lo cual se muestra como la historia del barrio que entrelaza  la creatividad artística y la identidad de sus vecinos lo que sin duda es un lugar donde el legado cultural y las huellas del tiempo siguen vivos y en constante reinterpretación.

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Inteligencia artificial revela los barrios más bonitos de la Ciudad

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“¿Cuál es el barrio más bello de Buenos Aires? Esa pregunta suele provocar debates interminables entre los porteños. Para poner fin a la discusión recurrimos a una inteligencia artificial la cual se basará en criterios como arquitectura, áreas verdes, atractivo turístico y estilo urbano este es el ranking resultante.

1. Palermo: el barrio que lo tiene todo
Palermo lidera cómodamente el ranking ya que es el barrio más extenso de la Ciudad Porteña y también el más versátil. Palermo Soho, Palermo Hollywood, Palermo Chico, cada zona tiene su propio estilo, pero comparten un rasgo común que son visualmente atractivos y muy buscados tanto por residentes como por turistas.

¿Qué lo hace especial?

  • Calles arboladas y plazas amplias como el Parque Tres de Febrero
  • Fachadas decoradas con arte urbano
  • Cafés con diseño, tiendas independientes y ferias artesanales
  • Una energía joven y moderna que conserva su identidad

2. San Telmo: un barrio con historia y encanto
San Telmo se destaca como el barrio más nostálgico y pintoresco de Buenos Aires ya que sus calles empedradas, las casas de estilo colonial y su atmósfera bohemia lo convierten en un destino imperdible para quienes buscan belleza con personalidad.

¿Por qué lo eligió la IA?

  • Arquitectura histórica bien conservada
  • Gran cantidad de galerías, anticuarios y espacios culturales
  • Plazas que conservan el espíritu auténtico del barrio
  • Presencia constante de tango, ferias y expresiones de arte urbano

3. Recoleta: el símbolo de la elegancia porteña
La inteligencia artificial cerró su listado con Recoleta, un barrio que representa distinción, belleza y tradición. El cual se caracteriza por sus amplias calles, edificios de estilo francés, museos, plazas bien cuidadas y cafés históricos lo hacen único.

Lo que lo hace sobresalir:

  • Arquitectura clásica con influencia europea
  • Espacios verdes como la Plaza Francia y el Parque Carlos Thays
  • Museos, centros culturales y el emblemático Cementerio de la Recoleta
  • Una estética refinada que combina lujo y tradición

La inteligencia artificial revela que Buenos Aires combina diversidad, historia y estilo en sus barrios más destacados. Lo que sin duda cada barrio elegido ofrece una experiencia única que muestra que la belleza de la ciudad no se limita a ser un barrio, sino que tambien se destca por  la riqueza cultural, arquitectónica y social que caracteriza a la capital argentina.

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