No fue hasta 1888 que estos terrenos de chacras y tambos se incorporaron formalmente a la ciudad. Rufino contaba con algunas de las pocas construcciones del siglo XIX, las cuales eran señaladas en los antiguos mapas de 1810 y 1850 de tal modo que conservaban un estilo colonial que perduró hasta 1945, dichas construcciones estaban situadas en una de las lomas donde hoy se encuentra la Escuela de Policía sobre la avenida Escalada. Según relatan ciertos historiadores en esas habitaciones los radicales revolucionarios de 1890 habrían discutido sus planes antes de levantarse contra el presidente Juárez Celman y marchar hacia el Parque de Artillería frente al actual Teatro Colón.
El Puente de la Noria situado originalmente a unos doscientos metros de su ubicación actual debido al relleno de sus alrededores para la construcción del autódromo Manuel Gálvez el cual era una de las pocas construcciones visibles desde kilómetros a la redonda. Cárpena recordaba que durante las noches en que salía a cazar ranas y tariras en las lagunas podía observar el campanario de la Iglesia de San José de Flores.
Tal como se puede apreciar hoy desde la intersección de la avenida Rivadavia y San Pedrito un punto neurálgico de Flores, la Torre Espacial de la ex Interama actualmente un mirador inactivo que ofrece una vista única que conecta el norte y el sur de la ciudad con el conurbano desde sus 228 metros de altura. Se trata de una de las edificaciones más elevadas de Buenos Aires que se levanta con la misma impotencia que la “Elaboración General de Plomo” que fue fundada en 1909 y reconocida como la primera fábrica de plomo del país.
A volar sobre las alas verdes de Villa Lugano
Un capítulo aparte merece el aeródromo de Villa Lugano un verdadero refugio de cóndores que en su momento reunió a figuras destacadas como Jorge Newbery, Osvaldo Fresedo y Florencio Parravicini algunos de los primeros pilotos con licencia, así como a representantes de la cultura porteña, entre ellos Gardel y Roberto Arlt. En este barrio se respira tango por naturaleza ya que cuenta con su propio paseo y fue la cuna del brillante José Libertella, bandoneonista y compositor de obras como Rapsodia de arrabal y Universo.
El 23 de marzo de 1910 en vísperas del Centenario de la República se realizaron los primeros vuelos en el aeródromo y fábrica los cuales estaban ubicados aproximadamente entre las actuales calles Chilavert, Larrazabal, Roca y de la Torre, instalaciones que estarían habilitadas hasta 1934. El recién creado Aero Club Argentino estableció en estos espacios su escuela de aviación con instructores franceses, entre ellos Castaibert que actualmente fue homenajeado al costado de la Autopista Dellepiane con un audaz avión el cual recibía diariamente numerosos visitantes gracias a los veloces trenes que unían los Nuevos Mataderos con la avenida Rivadavia.
La República de los Aviadores de Villa Lugano conserva varios monolitos que recuerdan la historia de la aviación argentina en sus esquinas, además de un Mirage III C en la plazoleta «Aeronáutica Argentina», combatiente en la Guerra de Malvinas en homenaje a los pilotos argentinos caídos.
Parque Almirante Brown, Parque Roca, Parque de la Ciudad, Parque Indoamericano, todos estos parques fueron iniciativas ecológicas desde los años sesenta ya que fueron pensadas para que Villa Lugano se convirtiera en el pulmón verde que Buenos Aires necesitaba, el cual contaba con sus 400 hectáreas de espacios verdes que ofrecen más aire que los Bosques de Palermo y el Parque Avellaneda juntos.
Villa Lugano se presenta como un barrio con una rica historia que combina tradición, innovación y cultura. Desde sus orígenes como chacras y tambos el barrio ha sido testigo de transformaciones urbanas y sociales significativas.

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