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El centenario barrio de Las Mil Casitas: tradición y encanto en Buenos Aires

En la década de 1920 en plena expansión del sistema ferroviario surgió en Liniers un particular estilo de vivienda pensado para quienes trabajaban en esas obras. Se trataba de casas de dos plantas de notable calidad constructiva y basadas en un diseño inspirado en modelos holandeses que las familias podían adquirir mediante planes de pago accesibles a cuotas.

Hoy en día este sector se mantiene como un verdadero remanso de paz en el corazón de la Ciudad, gracias a su ambiente tranquilo y su esencia residencial que ha resistido el paso del tiempo.

Lejos de la imagen habitual que evoca el barrio de Liniers con sus mercados la multitud que visita el santuario de San Cayetano los comercios en la concurrida avenida Rivadavia y la terminal de ómnibus en su corazón emerge una postal poco conocida de decenas de manzanas con casas idénticas de dos pisos construidas sobre lotes de 8,66 por 8,66 metros. Este conjunto homogéneo forma el barrio conocido como “Las Mil Casitas” es un proyecto habitacional singular que nació en la década de 1920 para abordar un problema recurrente: el acceso a viviendas dignas.

Esta zona era principalmente campo hasta 1920 ya que el desarrollo de Liniers estaba más enfocado hacia Lisandro de la Torre y Rivadavia donde se concentraba la actividad. Lo que hoy es un shopping era terreno baldío y recién en los años 20 comenzó a construirse el Mercado de Frutos y Hortalizas, explica Nelly Pareja docente e integrante de la Junta de Estudios Históricos de Liniers mientras se encuentra en la Plaza Sarmiento corazón de Las Mil Casitas. Este espacio fue un punto clave en aquella época funcionando como depósito de materiales para la construcción de las casas que hoy conforman este particular enclave porteño.

La necesidad de construir en la zona de Liniers surgió con la expansión particular de la red ferroviaria ya que hacia 1890 al final del gobierno de Miguel Juárez Celman se produjo la privatización del Ferrocarril del Oeste, una línea que hasta entonces funcionaba eficazmente bajo control estatal.

Esta medida generó controversias en la prensa de la época ya que veía la privatización como una maniobra interesada. Finalmente, el ferrocarril pasó a manos inglesas lo que implicó un reordenamiento de las vías y la instalación de talleres mecánicos en Liniers, no obstante, los centros de reparación estaban en Tolosa.

Inicialmente los trabajadores de estos talleres muchos de ellos obreros y técnicos especializados provenientes de Europa continuaban viviendo en Tolosa y se trasladaban diariamente a Liniers para cumplir con sus labores. Sin embargo, con el tiempo comenzaron a establecerse en la zona y a construir sus viviendas dando origen a un crecimiento poblacional sostenido en el barrio.

Hacia 1922, las autoridades de la Ciudad de Buenos Aires junto con la Compañía de Construcciones Modernas iniciaron la edificación de viviendas siguiendo un diseño uniforme tras la compra de terrenos pertenecientes a grandes propietarios de la época.

Este proceso estuvo vinculado a la labor de la Comisión Nacional de Casas Baratas cuya identidad fue pública y creada a comienzos del siglo XX con el objetivo de brindar soluciones habitacionales en una ciudad que experimentaba un rápido crecimiento demográfico. Entre sus proyectos destacados se encuentran la Casa Valentín Alsina la primera vivienda colectiva en Buenos Aires situada frente al Parque Patricios y el Barrio Cafferata un conjunto de casas con gran valor histórico y arquitectónico en Parque Chacabuco bautizado en honor al diputado conservador Juan Cafferata promotor de la Comisión.

El barrio de Las Mil Casita que está ubicado en Liniers ya que sin duda es mucho más que un conjunto de viviendas idénticas que representa un hito en la historia urbana y social de la Ciudad de Buenos Aires.

Nacido en la década de 1920 como respuesta a la demanda habitacional generada por el crecimiento ferroviario este proyecto reflejó una visión de desarrollo accesible, planificado y con sentido comunitario. Impulsado por políticas públicas como las de la Comisión Nacional de Casas Baratas y por iniciativas privadas como la Compañía de Construcciones Modernas el barrio se consolidó sobre lotes iguales con casas gemelas de dos plantas en una época donde la vivienda digna era una meta alcanzable para los trabajadores.

Hoy en día  Las Mil Casitas sigue siendo un oasis de tranquilidad en medio del ajetreo porteño que conserva su identidad original y mostrando cómo la planificación urbana con enfoque social puede perdurar en el tiempo. Su legado es el de una ciudad que alguna vez pensó la vivienda no solo como un techo, sino como una política de integración y bienestar.

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