En pleno corazón de Buenos Aires se esconde un pasaje poco frecuentado que recuerda a los encantadores pueblos de la Toscana italiana. Sus calles adoquinadas, fachadas pintorescas y detalles arquitectónicos evocan el estilo y la calidez de la región italiana, este espacio sin duda ofrece a los visitantes una experiencia que combina historia, belleza y un ambiente europeo en medio de la ciudad.
En el corazón de uno de los barrios porteños que Jorge Luis Borges inmortalizó en su relato “El hombre de la esquina rosada” se encuentra un rincón histórico que evoca la Toscana italiana.
Villa Santa Rita con apenas dos kilómetros cuadrados es una de las pocas zonas de la Ciudad de Buenos Aires sin plazas ni parques. En este pequeño territorio sobrevive un pasaje que parece haberse detenido en el tiempo ya que se llama Guillermo Enrique Granville, aunque la mayoría lo conocen como “La Puñalada”. Es una de las callecitas peatonales más pintorescas y escondidas de la ciudad.
Este pequeño rincón oculto de la ciudad tiene apenas 60 metros, pero su encanto lo hace sentirse mucho más amplio. A lo largo de su sendero empedrado está rodeado de canteros con limoneros, higueras, damas de noche, palmeritas y faroles, en dicho lugar se disponen 14 casas bajas que fueron construidas por inmigrantes italianos a comienzos del siglo XX en su mayoría por inmigrantes italianos.
Las glorietas están cubiertas de enredaderas y las antiguas rejas le confieren una estética singular con lo cual lo convierten en un lugar ideal para que quienes lo descubren se detengan y lo contemplan maravillados.
Se ubica en la manzana delimitada por las calles Cuenca, Campana, Álvarez Jonte y el Pasaje Julio Dantas, otro pequeño espacio empedrado típico del barrio. El pasaje Granville cruza el centro de esta manzana poco convencional lo que le valió el reconocimiento como “sitio de interés turístico”.
Al tratarse de una zona con muy pocas propiedades resulta difícil que alguna esté a la venta, sin embargo, el precio promedio del metro cuadrado ronda los US$2035.
Más allá de su atractivo es un lugar que los vecinos protegen con pasión. Un grupo autoconvocado logró impedir la construcción de tres torres que habrían transformado para siempre el paisaje del pasaje el hecho se dio en 2011. Posteriormente, en 2018, organizaron una procesión fúnebre simbólica para “velar” su callecita en señal de protesta frente a nuevos proyectos inmobiliarios que nuevamente amenazaban el entorno.
¿Quién dio nombre al pasaje?
El pasaje lleva el nombre del marino inglés Guillermo Enrique Granville, quien participó en la Guerra de la Independencia Argentina y en la Guerra del Brasil. Granville sufrió una grave herida en el brazo izquierdo por ende debió ser amputado hasta el codo y falleció a los 49 años en 1836 debido a la lesión que sufrió. Su legado fue tan significativo que dos buques de la Armada Argentina fueron bautizados en su honor.
El pasaje Granville se presenta como un verdadero tesoro escondido en Buenos Aires ya que se destaca por ser un espacio que combina historia, arquitectura, tradiciones y un fuerte sentido de comunidad. A pesar de su reducido tamaño, su encanto italiano, sus casas históricas y su vida barrial lo convierten en un lugar emblemático que refleja la identidad de Villa Santa Rita y la pasión de sus vecinos por preservar su patrimonio frente a los cambios urbanos.

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